Desde los principios de la existencia del hombre, la presencia del agua ha sido uno de los ejes fundamentales en los que se ha basado el desarrollo de cualquier asentamiento, ciudad o cultura. Tanto es así que desde las más remotas civilizaciones se ha intentado manipular los caudales de agua para sacarles el máximo rendimiento en la agricultura, abastecimiento urbano, ornamentación, etc.
Existen restos e indicios de infraestructuras hidráulicas en las antiguas culturas Egipcia, Mesopotámica, Griega y China, pero ninguna de ellas llegó a igualar la destreza con la que los romanos consiguieron captar el agua, transportarla, distribuirla y eliminarla.
La ingeniería civil romana se desarrolló de tal modo que hoy en día se les considera como los mejores ingenieros de la antigüedad, habiendo legado un amplio patrimonio por todo el territorio que ocupó su vasto imperio. En general, no se puede decir que fuesen grandes innovadores, pero por contra, en sus edificaciones emplearon principios físicos y constructivos simples, el trabajo de los esclavos y mucho tiempo. En lo que respecta a la gestión de las aguas, consiguieron canalizarla hasta los puntos de consumo, elevarla a los edificios y fuentes, repartirla por los campos, etc.
El abastecimiento a las poblaciones lo realizaban tomando el agua de fuentes naturales, ríos, pozos, lagos, etc. que, por un lado, cumpliesen con los requisitos de calidad implantados en aquella época, más por sentido práctico e intuición sanitaria que por sus escasos conocimientos químicos y, por otro, asegurasen un caudal de agua suficiente.
Durante la época de máximo esplendor de Roma, la ciudad contaba con abundante agua limpia y fresca, de tal modo que las crónicas de aquel entonces cuentan que, en la época del Emperador Nerva, llegaban a Roma 17 m3/seg de agua a través de 9 acueductos, aproximadamente 370 l/hab/día, cifra que no alcanzan muchas grandes ciudades actuales.
En el valle de Mexicali y a través del rio colorado, se reciben por obra y gracia del tratado de 1944 la cantidad de 1,850´234,000 m3 por año (58.67 M3/seg).
El agua del Valle de Mexicali y del Corredor de Industria Pesada es agua de canal usada principalmente para agricultura. Esta red de canales de riego es de 2,300 Km de largo y abarca aproximadamente 250,000 hectáreas. Cada hectárea tiene 10,000 m3 de agua asignada por año. Este derecho de riego se puede proveer separadamente a tierras que necesiten más agua; es decir, se puede adquirir para que a su vez otro dueño tenga acceso al agua.
Mexicali tiene la tarifa más baja del país debido a la disponibilidad de agua. La tarifa es más barata que el agua de la ciudad. Puesto que el agua de canal no ha sido tratada
La ciudad de Mexicali tiene asignada la cantidad de 82 millones de m3 por año (2.6m3/seg), lo cual representa el 4.43% del total, para la zona costa del estado tiene asignada la cantidad de 92 millones de m3 por año (2.91m3/seg) solo el 4.97% del total.
En conjunto, solamente el 9.4% del agua asignada por el tratado de 1944 es utilizada por los habitantes del Estado de Baja California, el resto se utiliza en la agricultura del Valle de Mexicali y alrededor del 30% de ese remanente se desperdicia.
Se debe tomar conciencia sobre el uso y manejo del agua, no es posible seguir diciendo que nos sobra el agua, cuando nuestros vecinos vean el desperdicio que hacemos del agua y el poco valor que le damos (la agricultura del valle de Mexicali solo contribuye con el 0.6% del PIB estatal) no dudemos que se firme otro tratado, pero para darnos menos agua.
Publicado en su sector de cada domingo por Francisco Jaime Navarro, IC, ex presidente del Colegio de Ingenieros civiles de Mexicali, ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana, Presidente de la CMIC delegación Baja California y director general de la empresa Tecnyco, S.A. de C.V.